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Psicoanálisis y Salud Colectiva

Psicoanálisis y Salud Colectiva propicia interlocuciones que den lugar a lecturas clínicas. Como colectivo en movimiento nos encontramos generando espacios de conversación que recuperen la experiencia analítica, la complejidad de la praxis que realizamos en distintos contextos institucionales y las incidencias epocales. En esta orientación, el armado de cada encuentro apuesta a formalizar algunos avatares de la clínica desde los obstáculos, las vicisitudes, el acontecimiento, las preguntas y también los desafíos que se nos presentan en la experiencia analítica en sus resonancias moebianas con la construcción del campo de la Salud Colectiva.

La Salud Colectiva -como perspectiva que dista de la salud comunitaria preventiva clásica- nos lleva a considerar cómo el padecimiento se entrama en las dimensiones subjetivas, sociales e institucionales; a pensar cómo se construyen entre lo singular y lo colectivo (no como categorías binarias, sino en la potencia de ese ‘y’, que es más presencia que conjunción) los procesos de salud, enfermedad y cuidado; a distinguir los distintos modelos de atención en salud que traccionan en las instituciones y rigen, de manera más o menos explícita, las lógicas territoriales implicadas en el armado y el sostén de los dispositivos.

Estos hilvanes nos conducen a estar advertidos de los juegos de poder, de los usos de la autonomía y la discrecionalidad que muchas veces son contrarios a las posibilidades de conformar equipos que piensen su tarea en función no solo de los pedidos –lo que ingresa, lo que es frecuentemente admitido en un circuito que reproduce sus propias categorías meritocráticas en términos de tal o cual discurso– sino también, a pensar nuestra labor en función de las necesidades poblacionales que en nuestro campo atañen a la vulneración de derechos y al arrasamiento subjetivo implicado.

En la lectura de cada coyuntura dramática renovamos la vigencia de la pregunta ¿qué es la clínica?. Lacan, en “La apertura de la sección clínica” (1981) puntualiza que la clínica tiene como “base lo que se dice en un psicoanálisis”, lo que se dice –que no es lo mismo que lo dicho– es la base, y sabemos que eso ya requiere toda una construcción que tiene efectos. Ahora bien, en el armado del dispositivo analítico, en clave transferencial, se tratará de precisar nuestra lectura en un “decir […] que importe en lo real”.

Un decir que opere en lo real, en términos freudianos, es solidario a tocar ese nudo libidinal que soporta el síntoma del sujeto, el ‘penar de más’, para en todo caso dar lugar a otros arreglos singulares, menos sufrientes. En esta orientación ética deseamos leer el anudamiento entre afecto, significante y cuerpo que concierne a la relación del serhablante con el goce.

 

Equipo PsySCo 

Juliana Espert,  Laura Catalano, Florencia Cazorla, Daniela Farias.

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